El gato es un animal perfectamente preparado para cuidarse a sí mismo, entre otras cosas, caza su propio alimento y se lo administra a su manera, recorre, marca y defiende su territorio, y se mantiene limpio, todo sin necesidad de ayuda.
El acicalamiento es uno de los rituales diarios más importantes del gato, que suele ocurrir normalmente y durante más tiempo cuando el gato termina de comer. Es un animal muy limpio, cualquier cosa extraña en su pelo le molesta y podemos ver al gato lamerse de vez en cuando una parte de su cuerpo como signo de alguna molestia. Gracias a este ritual, podemos averiguar también el estado de salud del gato y si tiene algún problema emocional. En el pelo del gato y en la forma de lavarse, hay muchas pistas sobre cómo se encuentra.
Todos sabemos que es un signo de buena salud si vemos que nuestro gato tiene el pelo impecable. De hecho no es necesario bañar a nuestro gato nunca, porque gracias a las espinas de su lengua y su propia saliva, el gato puede mantenerse perfectamente limpio aunque salga al exterior, ¡él mismo detesta estar sucio!
Normalmente comienza lavándose las patas para posteriormente usarlas para frotarse la cara y orejas. Luego sigue por las patas delanteras, los hombros, la espalda, las patas traseras, genitales y el rabo.
Hay además algo muy interesante, y es que los gatos durante el ritual de acicalamiento, van pasando por los meridianos energéticos de su cuerpo, estimulándose así para relajarse y sanarse. Al ser transmutadores de energía, los gatos son especialistas en la limpieza energética y el trabajo con ella. ¡Estimulan los puntos energéticos más importantes de su cuerpo! Además, cuando una gata acaba de dar a luz, va lavando uno a uno a sus gatitos para estimular su respiración, y también más adelante les estimula para que hagan sus necesidades.
Durante el acicalamiento, gracias también a estas espinas de su lengua, va arrastrando el pelo muerto que va perdiendo, lo traga y lo digiere, para eliminarlo posteriormente en sus heces. Además, en cada ritual de acicalamiento que realiza, se cubre de sus propias feromonas, que son importantísimas para su relación con el territorio y su grupo social. Si bañamos al gato, le despojamos de sus propias feromonas y podemos provocarle situaciones de mucho estrés. No es nada recomendable ni necesario bañar a los gatos, salvo casos excepcionales (por ejemplo, que se haya ensuciado con grasa de un motor, o baños terapéuticos recomendados por el veterinario). Además, lo que no les gusta a los gatos no es el agua, sino la persecución, acorralamiento, manipulación e inmovilización que implica el baño. Ellos disfrutan del baño si quieren estar allí sin necesidad de que les obliguemos.
Es una leyenda urbana eso de que a los gatos no les gusta el agua. A los gatos les encanta el agua, de hecho puedes probar a ponerle juegos con objetos flotando en el agua, ya que también una de sus presas habituales son los peces. Pero el baño no es nada agradable si no lo hacen por sí mismos. El día que encuentres un gato bañándose en un río y frotándose con champú para gatos, entonces podremos pensar que necesitan eso. Pero viendo cómo el gato se cuida solo, el baño es algo que deberíamos excluir de sus vidas, sobre todo si no lo quieren.
Los gatos de pelo largo suelen tener algo más de dificultad en su acicalamiento, por lo que se recomienda ayudarles mediante el cepillado muy frecuente, así traga también menos pelo. A todos los gatos, de pelo largo y pelo corto, se les puede acostumbrar al cepillado como algo positivo, siempre y cuando respetes una serie de normas, la primera y más importante: no le obligues a nada. Para cepillar a tu gato, escoge un cepillo que no le haga daño, según su tipo de pelo, y hazlo el momento adecuado: cuando duerme o está muy tranquilo. Si el gato está activo, jugando, caminando, sentado, moviendo el rabo o muy despierto, no es momento. Pero si el gato está tumbado, con el rabo relajado, la cabeza apoyada, entonces podemos intentarlo.
Un truco: nunca te coloques delante de él ni pases la mano por encima de su cabeza, siempre ponte en el lado opuesto a su cara, a donde está mirando. Mejor aún si te colocas en su espalda, más cerca del rabo que de su cabeza. Desde esa posición, comienza el cepillado de forma calmada desde la cabeza hasta la base de la cola. Si empieza a mover la cola muy fuerte, o gira la cabeza bruscamente para mirarnos o morder el cepillo, entonces significa que está molesto, y pararemos. Si mueve un poco la cola, pero se queda quieto, o se estira, podemos seguir despacio. Si se pone boca arriba, tendremos cuidado, porque a muchos gatos no les gusta que les toquen la barriga, podemos intentarlo pero si vemos que no le gusta, pararemos. También podemos distraerle con premios o comida húmeda mientras le cepillamos. Lo ideal es convertir este momento en un momento positivo, de placer, y de buena relación contigo. Si le persigues, agarras y lo haces contra su voluntad, estropeas tu relación con él y no le gustará ni disfrutará el cepillado. ¡Debe convertirse en algo bonito!
La hiperestesia
Uno de los síntomas de estrés en los gatos más frecuente es la hipersensibilidad, muy visible en el pelo del gato y en el acicalamiento obsesivo. Hay momentos estresantes que se pasan en pocos minutos, y no suponen ningún problema, en los cuales podemos ver cómo el pelo de nuestro gato tiene como corrientes eléctricas, ondas, como si tuviera cosquillas. O por ejemplo a veces cuando le tocas, sale corriendo y se lame compulsivamente donde le has tocado. Esto es un síntoma de estrés, que puede ser momentáneo si no vuelve a suceder, o significar que el gato es muy sensible si se repite a diario, por tanto está estresado.
Una situación bastante grave es el acicalamiento obsesivo, llegando a autolesionarse, provocándose heridas o calvas. En algunos casos puede ser un problema fisiológico, de dolor puntual, etc, o una alergia, que cambiando su alimentación se soluciona, pero otras veces es un problema totalmente emocional, de ansiedad y estrés, y energético, que debemos trabajar en positivo con un profesional especializado.
Otro síntoma de estrés en el pelo del gato es la caída de pelo en abundancia y la constante aparición de caspa. Si es durante un trayecto como por ejemplo al veterinario, es normal y debería desaparecer cuando volvamos a casa. Pero si estamos en casa y esto persiste día tras día, puede ser signo de estrés o de enfermedad.
Si el gato deja de acicalarse, si ves que está muy sucio, con el pelo graso, caspa, es que se encuentra mal, desde una enfermedad, dolor, hasta una situación de máximo estrés.
Además, un signo de que dos gatos se llevan muy bien, es que se acicalan el uno al otro, sobre todo en aquellas zonas a las que el propio gato no llega, como el cuello y la cabeza, aunque finalmente acaben con un mordisquito o un bufido, que es como un “basta ya, pesado!”. Y si te lame a tí, es lo más parecido a una caricia que el gato puede hacerte, por tanto, ¡le gustas!
Recuerda: ¡un gato sano y feliz se acicala todos los días y está limpio!
Laura Trillo Carmona, Terapeuta Natural de Gatos - Terapia Felina
laura@terapiafelina.com / www.terapiafelina.com
Tratamiento del comportamiento de los gatos en Positivo y con Terapias Naturales, asesoramiento a personas, Cursos sobre Comportamiento Felino, Talleres de Flores de Bach para gatos, España y online, Terapias a gatos con problemas y a sus personas, prevención de problemas de comportamiento, trabajando la relación entre el gato y su persona, la Etología Felina Espiritual, con el Corazón, Esencias Florales, Reiki, Comunicación Animal Entrespecies, siempre desde el respeto y amor por el gato tal como es.
No hay comentarios:
Publicar un comentario